Cuando se escucha hablar de la conservación del ambiente y de todo lo natural que nos rodea, quizás lo primero que se nos viene a la mente son las industrias que conllevan un efecto dañino como la manufacturera, la de energía, la de transporte e incluso la alimentaria. Pero, según la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), en el caso de la industria de la moda esta se ubica como la segunda industria más contaminante alrededor del mundo.
Los datos suministrados por la UNCTAD sostienen que el rubro del vestido emplea cada año alrededor de 93.000 millones de metros cúbicos de agua, y este se trata de un volumen que resulta suficiente si se usa para satisfacer las necesidades de unos cinco millones de personas. Pero además, cada año son tirados al mar medio millón de toneladas de microfibra, eso equivale a 3 millones de barriles de petróleo.
Del mismo modo, la industria de la moda se encarga de producir más emisiones de carbono que si se le compara con todos los vuelos y envíos marítimos a nivel internacional en conjunto, con las mismas consecuencias que tal situación conlleva en en el cambio climático y el calentamiento global.
Hasta ahora el modelo que se ha mostrado como dominante dentro de este sector ha sido el de la “moda rápida”, el mismo le ofrece a los consumidores constantes cambios en las colecciones y a un bajo precio, lo que alienta a comprar y con ello a desechar ropa de manera frecuente. Una de las consecuencias de tal manejo, es que la producción de prendas de vestir se ha visto duplicada durante el periodo entre el 2000, y el 2014.
Gran cantidad de expertos, en donde se incluyen los especialistas de la ONU, han considerado que dicha tendencia viene a ser la responsable de una amplia gama de efectos negativos tanto en el ámbito social, como en el económico y ambiental, por lo que subrayan la importancia de que se garantice que la ropa es fabricada de la forma más sostenible y ética que se pueda.
Sustentabilidad e Innovación
Aunque las estadísticas que se presentan son bastante abrumadoras, tanto los productores como los consumidores de moda se encuentran cada día más conscientes de que este sector requiere un gran cambio, a manos de numerosas compañías, en donde se debe incluir las minoristas de ventas masivas, quienes han comenzado a integrar los principios de sustentabilidad en sus estrategias de negocios.
Un ejemplo de ello podría ser la cadena global H&M, la misma adoptó un esquema de recolección de ropa, mientras que la fabricante de jeans Guess forma parte de un programa de reciclaje de guardarropa. En el caso de la Patagonia, esta produce chamarras de poliéster que ha sido obtenido de botellas recicladas.
Diversas compañías pero más pequeñas, se han venido sumado a este movimiento con el objetivo de darle un cambio a la industria del vestido implementando un modelo de negocios sostenible. Otras que pueden mencionarse son la suiza Freitag, que emplea lonas y cinturones de seguridad de camiones para hacer bolsas y mochilas; Indosole, por su parte, fabrica zapatos con llantas viejas; y Novel Supply, de Canadá, tiene un esquema de devolución en el que los clientes pueden regresar sus prendas cuando ya no las usan para que la empresa las recicle.